Aristóteles, gran observador de la naturaleza y de las personas, cuatro siglos antes de Jesucristo se interesó por el dinero. No le gustó mucho, porque para el filósofo todo lo que no era natural era sospechoso, y claro, el dinero es un invento del ser humano.

No obstante, observó en él algunas cualidades, la más importante era la de ser un medio de cambio que permite a las personas satisfacer con más facilidad sus necesidades.Es fácil imaginar que, en la época anterior al dinero, cuando el trueque era la manera de obtener lo necesario, las cosas no resultaban fáciles. Si alguien de aquella época, por ejemplo, disponía de manzanas y necesitaba un par de zapatos, debería gastar un considerable tiempo y esfuerzo en buscar y encontrar a otro que necesitara las manzanas y dispusiera de zapatos para cambiar. Con el dinero esto ya no pasaba, solo hacía falta tenerlo y cualquier cosa podría intercambiarse.
Pero el dinero tenía otra cualidad, que Aristóteles también señaló: el dinero era almacenable, teóricamente sin límite, de modo que se podía acumular. Era, por ello, un depósito de valor, la segunda gran cualidad del dinero -otro día veremos los peligros que vio Aristóteles en esta propiedad-.

Una nueva forma de dinero en el siglo XXI

Han pasado veinticuatro siglos desde estas reflexiones y vuelven de nuevo a ser de aplicación a la hora de discernir sobre los inconvenientes y las virtudes de una nueva forma dinero, las llamadas criptomonedas, cuyo rey es el bitcoin. Se presentan al público como el último grito en lo que a dinero se refiere, sus propagandistas no se cansan de difundir sus virtudes -que ya nos tocará examinar con más detalle- pero la primera cuestión que nosotros, seres supuestamente inteligentes debemos resolver, es si estas nuevas criptomonedas son realmente dinero.

¿Cuál es la utilidad del Bitcoin?

Para avanzar en ello, a modo de tarea, les dejo la reflexión de comprobar si cumplen las dos cualidades que el viejo Aristóteles nos indicó: ¿Son las criptomonedas un medio universal de cambio?, que es lo mismo que preguntarse si son fácilmente aceptadas en las transacciones que cotidianamente emprendemos o podemos imaginar realizar; y la segunda cuestión que someto a su consideración, es que comprueben si pueden las cibermonedas, y especialmente el bitcoin, ser un medio válido y seguro para acumular valor, en una palabra para ahorrar.

Vayan pensando en ello, en una próxima entrega les daré mi opinión, y tal vez iniciemos un debate al respecto, lo cual sería maravilloso porque todos nos enriqueceríamos con ello, y más en un tema como este, en el que ni mucho menos está dicha la última palabra. Un abrazo a todos.

Leoncio-Alonso González de Gregorio.
Profesor de Hª Económica de la UCLM