El Bitcoin se comporta como auténtico dinero
La primera regla que nos dio el viejo Aristóteles para comprobar que un pretendido medio de intercambio, como son las criptomonedas, se comportan como auténtico dinero, es medir su eficacia como elemento de comparación e intercambio entre mercancías diversas, lo que se puede observar a través de su uso real en operaciones corrientes de compra/venta. Para ello se dispone del soporte que todas ellas utilizan, en realidad un sistema de contabilidad descentralizado que asegura la autenticidad de las transacciones que con ellas se realizan, el llamado blockchain –cadena de bloques–.
Bitcoin publica el dato de las transacciones diarias a nivel mundial y su evolución histórica. En la actualidad las transacciones realizadas con esta moneda de referencia no llegan a los 90 millones de operaciones, cifra muy alejada de los casi 4.500 millones de compras que se hicieron con tarjeta, sólo en España, en 2017; o las más de 15.000 millones de transacciones realizadas con Pay Pal a nivel mundial en ese mismo año.
Algunas empresas en Europa están usando el Bitcoin en sus transacciones
Otro dato significativo de la aún escasa implantación de la moneda virtual como medio de cambio es que solo 11.500 empresas en toda Europa permiten el uso de criptomonedas en sus transacciones, si bien entre ellas se encuentran las empresas que más facturan.
Estos hechos nos permiten colegir que el bitcoin no está, por el momento, cumpliendo con el primer requisito que definiera el antiguo filósofo, al no estar siendo una eficiente herramienta de medida de valor para la compra/venta, y ello ¿por qué?: Primero por las fuertes oscilaciones en la cotización del bitcoin, que puede llegar a sufrir alteraciones diarias de más del 7% de su valor en euros o dólares. Esta misma tendencia se manifiesta también a corto y medio plazo, ya que el bitcoin que llegó a valer 16.000 euros por unidad en noviembre pasado, se ha depreciado a día de hoy en más de un 50%, una importante pérdida de poder adquisitivo que no anima ni a compradores ni vendedores a utilizar la moneda virtual en transacciones normales.
A esto se añade un inconveniente técnico, que atañe especialmente al bitcoin: la tardanza en la necesaria validación de las operaciones que con él se realizan mediante la mencionada cadena de bloques o blockchain. Actualmente la comprobación del pago de una simple pizza lleva más de diez minutos, circunstancia ésta que no resulta asumible para un usuario normal. Todo ello sin contar con elementos subjetivos, como el miedo y el desconocimiento que, aunque irán desapareciendo con el tiempo, actúan en contra de la difusión del uso cotidiano de las criptomonedas.
El Bitcoin cumple su capacidad de reserva de valor
Estos inconvenientes hubieran debido tumbar al dinero virtual, pero sorprendentemente no está siendo así, como se desprende de la actual cotización del bitcoin situada en torno a los 6000 euros, cifra que, sin contar los máximos ya señalados del pasado otoño, casi triplica la cotización obtenida hace apenas seis meses. Esto nos sitúa ante una nueva cuestión directamente relacionada con la otra gran propiedad del dinero, que el bitcoin está cumpliendo brillantemente: su capacidad para actuar como reserva de valor, pero esto lo veremos en próxima entrega.
Leoncio-Alonso González de Gregorio.
Profesor de Hª Económica de la UCLM