Estar privado de libertad requiere un proceso de adaptación. ¿Cómo son esos primeros días en la cárcel? Los presos dejan sus pertenencias personales en el registro. Se les proporcionan sábanas y una manta, artículos de higiene personal, cubiertos de plástico y una tarjeta monedero con la que podrán pagar en el economato de la prisión. La familia puede recargarla con 80 euros semanales.

Los primeros días el recluso necesita asimilar psicológicamente que está encarcelado. Por eso pasa un tiempo en una celda individual. Posteriormente le visita el trabajador social, un psicólogo y un educador. Ellos serán los que decidan qué modulo le asignan y qué trabajos puede realizar.

Una vez que se ha establecido en el centro comienzan sus rutinas. A las 8:30 deben estar en el comedor para desayunar. Después realizan las tareas encomendadas –cocina, lavandería, etcétera–. A continuación, van de nuevo al comedor al mediodía. Hasta las 16:30 vuelven a sus celdas para descansar. Pasan el resto de la tarde en el patio o haciendo sus labores y vuelven al comedor a cenar. A las 21:30 aproximadamente regresan a su habitación hasta el toque de diana del día siguiente.

La labor de la ONG en la cárcel

La Mano que Ayuda, consciente de lo difícil que es este proceso de cambio y de que muchos de ellos se arrepienten y agradecen unas palabras de ánimo, visita una vez al mes a los reclusos de la “Cárcel Modelo” de Barcelona. Los voluntarios de la ONG hablaron con ellos y pudieron comprobar en primera persona cómo es vivir privado de libertad. Sin duda una experiencia también para estos jóvenes que fueron conscientes de lo importante que es no actuar al margen de la ley.

“El objetivo de esta actividad fue concienciar a los jóvenes de que no tiren su vida por la borda. Los actos tienen consecuencias y así se lo explicaron los presos con los que pudieron charlar”, relata Mabio Dominici, responsable de La Mano que Ayuda en Barcelona.

La vida después de prisión

España, con casi 63.000 presos, es el país europeo con mayor número de reclusos en relación al volumen de población, en concreto 14 por cada 10.000 habitantes. Pero, ¿qué les espera cuando salen de la cárcel?

La reinserción real no es sencilla. Muchas veces es la propia persona la que no está preparada después de tanto tiempo de encierro, pero en otras muchas ocasiones, es la sociedad la que les pone las mayores trabas.

Muchos no tienen formación, otros han pasado tanto tiempo entre rejas sin trabajar y sin reciclarse que están obsoletos en los oficios que desempeñaban anteriormente, otros vuelven a vivir al entorno en el que residían por lo que reinciden, etcétera.

Afortunadamente otros consiguen retomar su vida gracias al apoyo de la familia y los amigos que les esperan fuera. No obstante, la baja autoestima, la falta de hábitos y de constancia suelen ser las mayores carencias que presentan.