“SUPERAR LA DEPRESIÓN Y LA ANSIEDAD ES POSIBLE”

Mariló pasó un verdadero infierno durante 20 años pero lo superó gracias a La Mano Que Ayuda

El 40 por ciento de la población, según la Asociación Española de Psiquiatría, padece ansiedad o depresión aunque solo la mitad busca un tratamiento. Los síntomas son incontrolables y muy variados: taquicardias, falta de aire, dificultad para comer, sensación de peligro, temor a la muerte y alteraciones del sueño.

Mariló sabe bien lo que es porque lo sufrió durante treinta años. Empezó cuando solo era una niña, con 10 años, y poco a poco fue a más. “Yo decía que era una muerte en vida, era algo muy angustioso. No podía parar de llorar, sentía amargura y tristeza. Era horroroso”, afirma.

Intentó buscar respuestas de todas las maneras posibles e incluso decidió estudiar psicología, “no me lo pensé. No lo hacía por ayudar a los demás sino por ayudarme a mi misma”. Pero todo continuaba igual, de hecho las crisis de ansiedad aumentaron.

La adolescencia de Mariló

Esos años, mientras estudiaba, tuvo un halo de esperanza. El problema vino cuando ya estaba terminando la licenciatura y continuaba con los mismos síntomas. Las idas y venidas a urgencias eran continuas y no tenía valor para salir a la calle. “Un día salí de mi casa para realizar un trayecto de nada, de 10 minutos. El corazón se me salía del pecho. Seguía caminando y lloraba porque veía que me moría. Al final lo conseguí y eso para mi fue un reto muy grande”, recuerda nuestra protagonista.

La depresión y las adicciones, dueñas de su vida

Después de tener a sus tres hijos todo se agudizó aún más. Cualquier circunstancia desencadenaba un ataque: las reuniones en casa con los amigos, la hora de comer o un cambio de planes. Llegó a pesar poco más de 30 kilos.

En nuestra sociedad, tendemos a banalizar, las enfermedades psicológicas y a tildar a estas personas de débiles. No reparamos en que su sufrimiento es incontrolable y en que cualquier persona, a lo largo de su vida, puede ser víctima de esta situación.

¿Su solución? Mariló se refugió en el alcohol y en la marihuana. “Para poder estar un poco tranquila me di cuenta que tomando dos, tres o cuatro cervezas cogía un puntito y estaba muy bien. Podía comer, podía hablar con las personas… me encontraba bien”, asegura.

Tocó fondo pero no sabía a qué más puertas llamar. Hasta que un día la casualidad se cruzó en su camino. Una señora llegó a su tienda, hablaron y la invitó a La Mano Que Ayuda. La confianza que le transmitió y la necesidad de encontrar la solución a sus treinta años de problemas la animaron a acudir a una reunión.“Recuerdo que me puse aquí en primera fila. Fui escuchando, entendiendo y poniendo en práctica. Fue un proceso lento pero fue un proceso con esperanza”.

En estas reuniones de La Mano Que Ayuda encontró a otras personas que compartían sus inquietudes y explicaban cómo habían superado sus problemas. Mariló nos cuenta que eso fue muy motivador y ahí empezó el verdadero cambio. Lejos quedaron las imágenes tristes, los lloros y la frustración.