¿Sabías que en 1850, aproximadamente, el récord de atletismo de una milla estaba en 4 minutos; y que, durante más de 100 años, los atletas habían querido romper ese récord sin lograrlo?

Los científicos y médicos de la época decían que conseguir algo así era humanamente imposible y que, el hecho de intentarlo, podría hacer que el corazón de una persona explotara, que los huesos se rompieran y que los músculos se rasgaran en el esfuerzo.

Un nuevo récord

En 1954, Roger Banister, batió un nuevo récord recorriendo una milla en 3 minutos y 59 segundos. El hecho en sí, es asombroso pero, lo que realmente me pareció maravilloso, es lo sucedido a continuación. En el transcurso de 7 meses, hubo 37 atletas más que consiguieron romper ese récord “imbatible” y, al cabo de unos 3 años, ya eran más de 300 los atletas que lo habían conseguido.

​Si unos meses antes hacer algo así se consideraba físicamente imposible ¿Cómo pudo suceder? ¿Cómo es posible que nada más haberlo logrado uno, muchos otros lo hicieran también? ¿Es que el cuerpo humano sufrió una transformación repentina? ¿Sería por el clima, la alimentación, el agua…?

¡Es evidente que no! Lo que cambió fue el pensamiento de los atletas, de manera que, lo que antes creían, aceptaban y asumían como imposible, ahora lo creían, aceptaban y asumían como alcanzable. Su creencia limitadora de que “no era posible” se había roto y, así, se vieron “capaces de…” y lograron aquello que antes les parecía imposible.

Este suceso nos sirve para darnos cuenta de la importancia y el poder que los pensamientos tienen en nuestra vida, lo mucho que pueden limitarnos o, por el contario, hacernos capaces.

Muchas veces vivimos en función de los pensamientos y creencias que hemos aprendido desde niños, que muchas veces nos coartan y nos llenan de miedos y que los hemos dado por sentado y los hemos aceptado como verdades absolutas por lo que ni los hemos cuestionado ni hemos comprobado su veracidad. Mientras creemos en ellos, vivimos en función de ellos.

¿Cuántas veces, como los atletas, has oído decir (o tu mismo has pensado), “eso es imposible, tú no puedes, no tienes, no sabes…”? Te invito a que prestes atención a tus pensamientos, a las ideas que rondan tu cabeza y a que compruebes a qué tipo de vida te están conduciendo. ¿Cuáles son esos pensamientos que te limitan, te frenan o paralizan? Ahora cuestiónate si esa limitación es absolutamente cierta ¡Seguro que no!

La vida cotidiana se empeña, con frecuencia, en proporcionarnos situaciones difíciles de sobrellevar y de superar. Esto, nadie lo duda. Pero el pensamiento positivo nos ayuda a gestionarlas, a actuar en vez de quedarnos paralizados por el miedo, pues se trata de un pensamiento constructivo basado en la convicción de que todo va a ir mejor si nosotros ponemos una actitud positiva y que, así, podremos batir nuestros propios records…

Maribel Salvo
Vicepresidenta de LMQA y Psicóloga